A ti, Dios, alabamos. A ti, Señor

 


A ti, Dios, alabamos. A ti, Señor, los hombres confesamos. A ti, la tierra entera, con amor, Padre eterno, te venera. A ti, todos los ángeles y cuantos en el cielo habitan santos, a ti los querubines, a ti los serafines, sin cesar a una voz todos te llaman: Santo, Santo, Santo. Y Señor de Sabaoth te aclaman; los cielos, tierra y mar con vehemencia, tu Majestad los llena y tu opulencia. A ti el coro apostólico y glorioso, a ti de los profetas el laudable número, a ti el ejército animoso de mártires te alaban luminoso. A ti la Iglesia santa, por todo el orbe de la tierra extensa, te confiesa y te canta: Padre de gloria y majestad inmensa; y a tu Hijo verdadero, único y santo, y al paráclito Espíritu sacrosanto. Tú, ¡oh Cristo!, Dios eterno, eres Rey de la gloria. Tú eres Hijo del Padre sempiterno. Tú, por librar al hombre, te humanaste y habitar en el vientre de la Virgen por él no desdeñaste. Tú, vencidas las armas de la muerte, a los creyentes con impulso fuente.

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