¡Un solo día en el Purgatorio!

 


San Antonin habla de un hombre enfermo que sufría los dolores más insoportables.  Le pidió a Dios aliviar su sufrimiento, pero sin éxito.  Un día, un ángel se le apareció y le dijo:

 El Señor me ha enviado para ofrecerle a usted una elección, entre un año de sufrimiento y un día en el Purgatorio."

 El enfermo no dudó ni un instante.  ¡Un solo día en el Purgatorio!  Por lo menos, él entonces terminaría con el sufrimiento.  Él murió en el acto, y su alma fue arrojada en el abismo de la expiación.  El Ángel compasivo vino a consolarla.  Al ver al Ángel, la pobre alma gritó con una voz que se desgarró con el dolor:

 "Ángel Seductor, me engañaste.  Tú me aseguraste que sólo tendría que sufrir un día en el Purgatorio, y aquí yo he estado desde hace veinte años sufriendo los más crueles tormentos."

 "Usted se equivoca; sólo unos pocos minutos han transcurrido desde su muerte y su cuerpo todavía no está frío en su lecho de muerte," respondió el Ángel.  "Entonces pídele a Dios que me permita volver a la tierra para sufrir cualquier cosa que Dios me pida por un año," dijo el difunto.

 Al ser su petición concedida, el hombre enfermo pasó ese año convenciendo a todos los que conocía a aceptar sin reservas todos los sufrimientos de este mundo, en lugar de exponerse ellos mismos a los tormentos de la próxima vida.

 A menudo él decía: "La paciencia en el propio sufrimiento es la llave de oro para el Cielo.  Saquemos ventaja de esta realidad y ofrezcamos nuestros sufrimientos."

 Él murió al final del año, como se acordó.

 OREMOS - Seas bendito, oh mi Dios, quien ha querido que ese sufrimiento y esos incesantes dolores con que mi vida se siembra, se conviertan para mí en una fuente de abundantes méritos y un medio para satisfacer tu Justicia por las almas de mis queridos amigos y familiares.  De ahora en adelante, lejos de quejarme de mis cruces, voy a llevarlas con paciencia y resignación, y Tú me otorgarás a mí y a mis familiares tu perfecta Misericordia.  ¡Oh Jesús, sé su Conciliador!  Llama a tus queridos hijos y nuestros hermanos a tu reino de felicidad.  ¡Que descansen en paz!

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