María y su ayuda resultan imprescindibles

 



Concluyamos con lo que dice san Bernardo: “Hombre, quien quiera que seas, ya ves que en esta vida más que sobre la tierra vas navegando entre peligros y tempestades. Si no quieres naufragar vuelve los ojos a esta estrella que es María. Mira a la estrella, llama a María. En los peligros de pecar, en las molestias de las tentaciones, en las dudas que debas resolver, piensa que María te puede ayudar; y tú llámala pronto, que ella te socorrerá. Que su poderoso nombre no se aparte jamás de tu corazón lleno de confianza y que no se aparte de tu boca al invocarla. Si sigues a María no equivocarás el camino de la salvación. Nunca desconfiarás si a ella te encomiendas. Si ella te sostiene, no caerás. Si ella te protege, no puedes temer perderte. Si ella te guía, te salvarás sin dificultad. En fin, si María toma a su cargo el defenderte, ciertamente llegarás al reino de los bienaventurados. Haz esto y vivirás”.

Comentarios