enjugar las lágrimas de nuestros seres queridos.

 


Si el sufrimiento voluntario perturba nuestro coraje, la Providencia impone un sufrimiento que es más salvador para nosotros y para nuestros difuntos, porque no son de nuestro propio obrar.  Estas son las aflicciones, los dolores espirituales, y las aflicciones físicas, las cuales son inevitables en este mundo.  Nosotros lo sabemos.  Encontramos estas aflicciones en todas partes.

 Nuestra vida en la tierra es una lucha continua, un largo martirio diario.  ¿Deberíamos de quejarnos?  No, ya que todo ese dolor puede convertirse en un medio de salvación para nosotros y para los demás.  Podemos utilizarlo para aliviar los dolores más crueles de aquellas benditas almas sufrientes del Purgatorio.  Sí, a través de la cruz que la Providencia pone en nuestros hombros, con esa espina que penetra en nuestro corazón, con una lágrima, un suspiro, con un acto de resignación, podemos aliviar los grandes tormentos del Purgatorio y enjugar las lágrimas de nuestros seres queridos.

 Coraje entonces!  Soportemos un poco de frío.  De este modo nosotros refrescaremos a las almas que se queman en el fuego de la Justicia.   Soportemos un poco de calor.  Esto convertirá el ardor de la llama en una ligera bruma.  Soportemos un poco de incomodidad. Libraremos a las almas de las profundidades del Purgatorio.  Aceptemos la fatiga y la apatía.  ¡Las levantaremos en alto a las glorias del Cielo: un momento de dolor para nosotros, una eternidad de alegría para ellas!

 

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