La caridad es la virtud que más a menudo
se menciona en los Evangelios. Santo
Tomás afirma que su poder de satisfacción es aún mayor que el de la oración. El ángel le dijo a Tobías, "La caridad
salva a uno de la muerte, borra los pecados, libera las almas de la oscuridad y
las lleva a la gracia de Dios, donde encuentran la vida eterna."
¿Qué medio más eficiente hay para
consolar a las almas que están sufriendo en el Purgatorio? Si practicamos la caridad en su nombre, sus
agradecidos gritos surgen triunfantes, sobre todo ante Dios. Se trata de un suave rocío que cae en las
llamas del Purgatorio, y que atenúa su intenso calor. El óbolo de la viuda, que alimenta a los
hambrientos de este mundo, puede muy bien conducir un alma a la mesa del
banquete del Señor. Seamos, pues, tan
misericordiosos como sea posible. Si tenemos
mucho, demos mucho. Si tenemos poco,
demos poco, pero con gran entusiasmo.
Recuerden las palabras del salmista: "¡Dichosos los que entienden la
difícil situación de los necesitados:
Dios les ayudará en situaciones difíciles, estará a su lado en su lecho
de muerte, y les recompensará eternamente."
Por lo tanto, atendamos a los afligidos
de esta tierra; y, de ese modo, enjuguemos sus lágrimas. Coloquen el óbolo de la viuda en la mano de
los pobres. Las almas del Purgatorio
serán liberadas.
Comentarios
Publicar un comentario