El Cielo es la patria de la
gratitud. Liberadas por nuestros actos
de amor y nuestras oraciones, aquellas almas permanecerán unidas a nosotros por
lazos de eterna gratitud. ¿Serán ellas
capaces de olvidarse de nosotros cuando las hemos traído a las riquezas eternas
y las hemos ayudado a revestirse con la vestidura de la inmortalidad y la
gloria? ¿Serán ellas capaces de
olvidarse de nosotros cuando las hemos enviado a su lugar en la mesa del banquete
del Cordero, donde finalmente ellas serán capaces de comer el pan de los
ángeles, por el cual tienen hambre? ¡No! ¡Ciertamente que no! Nunca se olvidarán de nosotros; ellas estarán atentas a todas nuestras necesidades;
ellas velarán por nosotros como tantos ángeles de la guarda. Desde sus tronos, ellas velarán por nosotros
en los peligros y problemas, suplicando sin cesar a Dios para que nos ayude en
nuestras pruebas y elimine la tentación de nuestros sentidos. Ellas agregarán sus peticiones a las nuestras,
suplicándole a Dios que nos proteja de las tentaciones y pidiéndole que nos
conduzca a su Corazón. ¡Qué ayuda tan
preciosa! ¡Qué alivio de nuestros
tormentos! ¡Qué consuelo en nuestra hora
final! ¡Qué poderosos defensores en
nuestro Juicio final! En caso nos
encontráramos en el Purgatorio, aquellas almas que hemos liberado nos vendrán a
visitar y a consolar hasta que nos unamos a ellas en los esplendores de la eterna
bienaventuranza.
¡Dios mío! ¡Qué beneficio y consuelo hay en nuestra devoción
a las almas del Purgatorio! Dichosos y
bendecidos son entonces aquellos que oran por los difuntos. "Todo lo que usted ofrece en la caridad,"
San Ambrosio nos dice, "se vuelve en gracia. Después de nuestra propia muerte, nosotros
cosecharemos los beneficios del ciento por uno."
Una monja piadosa y confiable escribió
lo siguiente, demostrando el poder de la oración por las almas del Purgatorio.
"Yo recé con fervor por mi sanación
física, suplicándole a Nuestra Señora de Lourdes, el Niño Jesús, San José, sin
resultado. Mis oraciones fueron contestadas
después de que pidiera a las almas del Purgatorio que intercedieran por mí. Les prometí ofrecer oraciones y Misas por
ellas si pudiera yo renovar mi vida religiosa.
¡Que aquellas defensoras queridas sean benditas por los siglos! ¡Yo estaba completamente curada! Me apresuré a cumplir con lo que había prometido. Usted puede ver cómo Dios desea la liberación
de las almas cautivas. Él nos obliga, en
cierta forma de hablar, a rezar por ellas, favoreciendo a las peticiones que
hacemos a través de su intercesión.
Estoy convencida de esta verdad, porque yo les debo todos los favores
que he obtenido de Dios a mis buenas amigas del Purgatorio."
Aprenda de este ejemplo y esté seguro
de que usted obtendrá todo a través de la intercesión de nuestros amigos, los
difuntos.
OREMOS - Almas santas del Purgatorio, yo ruego al Señor Jesús, quien murió
por ustedes, que tenga misericordia de su sufrimiento. ¡Por su Sangre santa y preciosa, que Él puede
calmar su tormento! A cambio, queridas
almas caritativas, por favor, intercedan por mí. Sus oraciones son escuchadas porque ustedes
están en gracia. Oren por los favores
espirituales y temporales que yo necesito; oren para que yo pueda tener una
muerte santa, y para que pueda un día reunirme con ustedes en el Cielo.
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