Con el paso del tiempo, la maldad empezó a multiplicarse y la carne se hizo más débil y más propensa al mal que lo usual.
Por lo tanto, estableció Dios normas para los clérigos y los laicos,.
En su piedad decidío permitir al clero poseer una moderada cantidad de propiedad de la iglesia para las necesidades corporales para que pudieran crecer más fervientes y constantes al servirme.
También le permitío al laicado el unirse en matrimonio conforme a los ritos de la iglesia.
Entre los sacerdotes había cierto buen hombre quien pensó para sí mismo: ‗La carne me arrastra hacia el placer básico, el mundo me arrastra hacia dañinas visiones, mientras que el diablo prepara varias trampas para hacerme pecar. Por lo tanto, para no ser atrapado por el placer carnal, observaré moderación en todos mis actos. Seré moderado en mi descanso y esparcimiento.
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