Hija mía, Dios ha aceptado tus actos de amor y tus oraciones; ahora voy a vivir en su Gloria.
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Catalina de Cortone era la
hija de un duque. Cuando era niña, su piedad y su fervor eran como los de un ángel.Aún no había cumplido los ocho años, cuando
perdió a su padre. Un día se le apareció
ardiendo en las llamas del Purgatorio."Hija mía", le dijo, "voy a estar en este fuego hasta el
día que tú hagas penitencia por mí."Con el corazón lleno de compasión, Catalina elevó su valor más allá de
la debilidad de su edad.Ella empezó desde
aquel día una vida de austeridad y de penitencia, que dejó atónitos a todos los
que la conocían.Sus lágrimas, sus
oraciones, su mortificación pronto desarmaron a la Justicia Divina y
absolvieron la deuda de su padre.Su
padre, brillando con el resplandor de los bienaventurados, una vez más se le
apareció y le dijo: "Hija mía, Dios ha aceptado tus actos de amor y tus
oraciones; ahora voy a vivir en su Gloria.Continúa ofreciendo tus sufrimientos por la salvación de las almas del
Purgatorio.Es la voluntad de Dios que
tú así lo hagas."
La heroica virgen fue fiel a su misión
sublime.Por el resto de su vida, ella
fue un ejemplo de piedad y de severa austeridad para el alivio de los difuntos.
Sus compañeras piadosas intentaron
hacerla disminuir sus actos de penitencia.Ella replicó con las palabras que revelan el secreto de su vida,
"Cuando uno ha visto como yo he visto lo que son el Infierno y el
Purgatorio, uno nunca puede hacer lo suficiente para salvar almas de ir a uno y
para evitar que almas vayan al otro."Nosotros también tenemos la misma misión.Es nuestra misión y nuestro deber traer
alivio a las almas que Jesús ha salvado; no olvidemos esto nunca.
OREMOS – Seas bendito, oh mi Dios, por haberme confiado el alivio de
aquellas almas, a quienes Tú amas tan tiernamente y quienes tienen todo el
derecho a mi compasión. ¡Qué bueno es
para mí secar sus lágrimas y abrir para ellas las puertas del Cielo! Recuérdame a menudo de esta gran
responsabilidad de caridad, y ayúdame a llevarla a cabo. ¡Oh, Jesús!
¡Sé su Conciliador! ¡Llama a tus
hijos y nuestros hermanos a la felicidad eterna, y que la luz que nunca muere
brille sobre ellos! ¡Que descansen en
paz!
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