- un hombre que se burlaba de los pobres y enfermos del pueblo donde vivía, se le apareció a una mujer en silla de ruedas con la cabeza hasta los lomos, sus manos parecen de mono.
- De lomos para abajo parece una cabra,
- No lleva puesta ninguna ropa y esta completamente desnudo, porque cuando el hombre no está rodeado de alegría espiritual, está desnudo en la presencia de Dios, está inestable y no dirige ningún suspiro de deseo a las cosas del cielo.
- Cuando estaba en vida, el hombre deseaba fervientemente cosas terrenales y caducas, no sentía cariño por las cosas eternas, como demostró en sus palabras cuando habló anteriormente.
- la mujer le pregunto si todavía podía ayudarlo y el le respondió que no,que era muy tarde.
Este hombre fue tentado por el demonio de burla, que tiene en la mano una espada de tres filos que tenía agarrada por la empuñadura y desenvainada. Esto indica que Dios enseña que su Celo marcha por tres direcciones y funda la raíz de la fe en su fortaleza, y contiene los pecados de los hombres antes de la ley y en la ley, con los golpes de la divina venganza; y después de la ley sigue haciendo lo mismo con la novedad del bautismo, que lleva a la fe con las virtudes salvíficas, y purifica con su mismo celo la absolución de los pecados de los hombres.
La espada se balancea de un lado a otro para herir, porque el celo del Señor examina con su justicia tanto a los elegidos como a los réprobos. En efecto, como dice el mismo el celo del Señor, lucha contra el diablo y contra todos sus seguidores. Nadie será capaz de vencer el celo del Señor porque no procede de la unión de un hombre y una mujer, sino que existe en Dios, y juzga todas las cosas justamente en Dios. Por eso el celo del Señor juzga todas las acciones del hombre y las examina con el máximo cuidado. En efecto, ahogó a Sodoma y Gomorra con el soplo de un viento de azufre ardiente, porque estas ciudades cometieron pecados inauditos aprendidos de las fauces del diablo y del comportamiento de la serpiente, con lo que la naturaleza del hombre se cubrió de vergüenza.
También transformó a la mujer hinchando su orgullo y exaltando su desobediencia, de modo que con este hecho, la caída en el pecado la convirtió en sal amarga. También golpeó al pueblo de Israel cuando se alejó de Dios y adoraron a Baal. Dios les envió a la dispersión, y los sometió a esclavitud de gente extranjera, porque ellos habían despreciado su herencia legal. En efecto, separa todo lo que se tiene que separar y divide todo lo que se tiene que dividir; divide la soberbia en dos partes aunque a veces permite que se eleve otra vez. Y ya que la soberbia no ha preguntado nada a Dios, sino que se procura todo lo que quiere, el celo de Dios derriba su principio y rechaza su fin. El celo también quema la lujuria con el fuego de la Gehenna y encarcela la impiedad con un castigo apropiado. Además, abate duramente la vanagloria que es el corazón de orgullo, y el fuego de pecado que es el corazón de la lujuria, y la incredulidad que es el corazón de impiedad, ya que están a gran distancia de Dios.
Los que no quieren conocer a Dios, también Él los olvida en la recompensa, porque no lo buscan. En cambio algunos hombres coquetean con ciertos vicios pero sin abandonarse a ellos. Otros han caído en ellos y sin embargo en su juego con ellos no llegan al punto de humillarse hasta los pecados más graves. Otros sin embargo, piensan en ciertas faltas y hablan de ellas, pero no llegan a realizarlas.
El celo del Señor no destruye completamente a tal gente, pero elimina estos deseos con varios castigos. El que desee la vida, coja estas palabras del celo del Señor, y colóquelas en el aposento más íntimo de su corazón.
- porque los hombres de este tipo olvidan que son hombres, menosprecian como bestias la facultad de la razón, en su inestabilidad saltan por lo que está conforme a razón, y no tratan de tener, como convendría si fueran razonables, ni sentido del discernimiento ni honesta mesura. hunde los pies en las tinieblas hasta que no se pueden ver completamente. en vida todos sus caminos implicaban diversas vanidades y no contemplaba la justicia, ya que cuando cubren de oscuridad sus acciones perversas, no están abiertos a la honestidad del fiel, sino que han suprimido completamente de su memoria todo lo referente a la santidad.
- Estos hombres dirigen el conocimiento de lo bueno, que deberían aplicar a aspirar a las cosas celestes, a los deseos de la carne, que están llenos de diversos tipos de vanidad.
- Pero el Deseo de Dios, como se mencionó anteriormente, responde a la alegría necia y exhorta a los hombres a dirigir su aspiración de las cosas temporales a las cosas eternas.
- Hacer bromas es un tema interesante y difícil de cuantificar y discutir como algo único. Desde el punto de vista bíblico, las bromas en sí mismas no se consideran pecado, aunque en algunos casos, ciertamente pueden serlo. Proverbios 18:21 nos dice que "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos".
- }Santiago 3:3-12 compara la lengua con el freno en la boca de un caballo, el timón de un barco y el fuego. La lengua es una cosa poderosa, y las palabras pueden traer mucha vida o mucho daño. Hay maneras de bromear que edifican. "El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos" (Proverbios 17:22). Los Salmos están llenos de referencias a la risa, que es lo que las bromas buenas producen. Pero también hay una forma de bromear que es denigrante y dañina, y estamos llamados a no permitir que "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Efesios 4:29).
Nuestras palabras deben honrar siempre a Dios y dar a entender que valoramos lo que Él ha hecho. La mejor manera de saber si nuestras bromas rozan lo pecaminoso es buscar al Espíritu Santo y pedir Su convicción. Él puede hacernos sensibles para saber cuándo una broma es apropiada y cuándo puede no serlo. Si hay alguna duda en nuestra mente, o si nuestra conciencia se ve afectada por nuestras bromas, probablemente sea mejor no hacerlas. También está el tema de hacer tropezar a los demás, algo que podemos hacer fácilmente con bromas que a nosotros nos parecen perfectamente inocentes, pero que otros ven como ofensivas o hirientes. Nuestra libertad nunca debe ejercerse a expensas de la conciencia de los demás (Romanos 14:13-17).
Los chistes y bromas ocasionales, si son apropiados, son probablemente inocentes para la mayoría. Sin embargo, hay quienes hacen bromas con tanta frecuencia que prácticamente no pueden decir una frase sin que contenga algún tipo de chiste. Ahora bien, este no es el estilo de vida más apropiado para un cristiano, ya que se nos dice que "vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:12). Al igual que con todas las "áreas grises" de la vida cristiana, buscar la sabiduría de Dios con respecto a nuestra forma de hablar es la manera más provechosa de hacerlo (Santiago 1:5).
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