Estanislao de Kostka, jesuita venerable polaco, recibió la visita de un alma del Purgatorio, completamente envuelta en llamas y sufriendo terriblemente. Le preguntó al alma si el fuego del Purgatorio era comparable con aquel que tenemos en la tierra.
El alma le dijo que el fuego de este mundo es una mera brisa en comparación con las llamas del Purgatorio. El anciano sacerdote apenas podía creer lo que oía, y mencionó que le gustaría sentir ese fuego, si era posible. El alma ardiente le dijo, "una persona que aún vive es incapaz de soportar siquiera una muestra pequeña de ese fuego, pero extiende tu mano hacia mí, y tendrás una idea de lo que estoy diciendo."
Estanislao le tendió la mano y el
fallecido dejó caer una gota de sudor sobre élla. El dolor fue tan intenso que el venerable
Estanislao dejó escapar un grito horrible y se desmayó. Otros religiosos se apresuraron a su celda. Cuando volvió en sí, contó el suceso y la
razón de su grito...
Al escuchar la descripción del suceso, todos se llenaron de temor y decidieron multiplicar sus penitencias y oraciones, para huir de los placeres mundanos y contarles a todos los que conocieran acerca de este extraordinario acontecimiento, ¡a fin de alentarlos a evitar el Purgatorio y acelerar la liberación de las almas!
Estanislao de Kostka vivió por un año más en constante agonía por la quemadura
en la mano, la cual no se curaría.
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