¡Oh
María, María, María, Virgen Santísima, Madre de Dios, Reina del cielo, Señora
del mundo, Sagrario del Espíritu Santo, Lirio de pureza, Rosa de paciencia,
Paraíso de deleites, Espejo de Castidad, Dechado de inocencia! Ruega por este
pobre desterrado y peregrino, y parte con él de las sobras de tu abundantísima
caridad. Oh vosotros, bienaventurados Santos y Santas, y vosotros,
bienaventurados espíritus, que así ardéis en el amor de vuestro Criador, y
señaladamente vosotros, Serafines, que abrasáis los cielos y la tierra con
vuestro amor, no desamparéis este pobre miserable corazón, sino ali mpiadlo,
como los labios de Isaías, de todos sus pecados, y abrasadlo con la llamada de
ese vuestro ardentísimo amor, para que sólo a este Señor ame, a Él sólo busque,
a El sólo repose y more en siglos de los siglos. Amen.
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