Este es el primero de los tres bienes principales que se hallan en la Iglesia para lo cual es menester saber que todos los hombres nacen pecadores y enemigos de Dios y despues creciendo , van siempre de mal en peor , hasta que por la gracia de Dios se les perdone el pecado y vengan á ser amigos é hijos de Dios . En efecto , bien lo dice el Apóstol á los jueces del Areópago de Atenas .
Todos los que creen en Dios tienen necesidad de este perdon ; de suerte que nadie puede ser justo , miembro de la Iglesia , hijo de Dios ni hermano de Jesucristo , si no comienza por recibir el perdon de sus pecados .
La primera remisión de los pecados de ordinario la concede Dios por el Sacramento del Bautismo , sea conferido efectivamente segun las prescripciones de la Iglesia , sea de otra suerte padeciendo el martirio por Jesucristo , o muriendo con un ardiente deseo de recibir el Bautismo de agua . Pues Jesucristo murió por redimirnos del pecado , y purificarnos para hacernos un pueblo agradable a sus ojos . Mas puede el Cristiano perder esta primera gracia y dejar de ser miembro vivo de la Iglesia cometiendo algún pecado grave ; pero aun entonces tiene la Iglesia poder para perdonarnos y devolvernos la gracia santificante .
En efecto , leemos en el evangelio de san Juan , que despues de la resurrección , se apareció Jesús a los Apóstoles , antes de volverse a su Padre , y les dijo : Recibid el Espíritu Santo ; los pecados serán perdonados a aquellos á quienes vosotros los perdonareis y serán retenidos á aquellos á quienes vosotros los retuviereis .
Por estas palabras Jesucristo constituyó a sus ministros jueces de las conciencias , dándoles poder de perdonar У de retener los pecados , segun ellos creyesen que debían , o no merecían ser perdonados ; mas ¿ cómo podrá el Sacerdote juzgar razonablemente si puede o no perdonar los pecados , a menos que conozca , su número y especie , y las disposiciones actuales del penitente ?
Todo esto es indispensable para ilustrar su espíritu , dirigir y rectificar su sentencia . Los jueces espirituales , lo mismo que los otros jueces , no pueden leer el pensamiento y el interior del corazon , ni adquirir la suficiente noticia de estas circunstancias sino por el conocimiento sincero y voluntario que les diere el pecador . He aquí precisamente lo que se llama confesión .
Esta va tan esencialmente unida con el poder judicial de que Jesucristo revistió a sus ministros , que sin ella seria imposible ejercer las funciones de su ministerio . Es pues , tan cierta la obligación de confesar los pecados al sacerdote , como lo es que Jesucristo dijo a los Apóstoles y en su persona a los que les sucedieren legítimamente en el ejercicio de su ministerio : Recibid el Espíritu Santo : los pecados serán perdonados á aquellos á quienes vosotros los perdonareis , y serán retenidos a aquellos a quienes vosotros los retuviereis .
¡ Qué bien es este tan grande ! No hay mayor mal en el mundo que el pecado , no solo porque de él nacen todos los otros males en esta vida y en la otra , sino también porque el pecado hace que el hombre sea enemigo de Dios . Pues ¿ qué cosa peor se puede imaginar que ser enemigo de Aquel que puede hacer todo lo que quiere , y á quien nadie puede resistir ? ¿ Quién podrá defender à aquel contra quien Dios esté enojado ? Y por el contrario , no se puede hallar en esta vida mayor bien que estar en gracia de Dios . Porque ¿ quién podrá dañar al que es defendido de Dios , estando todo en manos del mismo Dios ? Y en suma , bien sabéis que entre las cosas corporales la más estimada es la vida , porque es el fundamento de todos los otros bienes y la cosa más aborrecida es la muerte , porque ella es contraria a la vida . Así pues , siendo el pecado la muerte espiritual del alma , y la remisión del pecado la vida de ella , podéis fácilmente considerar cuán grande sea el bien que se recibe en la Iglesia , habiendo solamente en ella la remisión de los pecados .
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