El mayor sufrimiento del Purgatorio no es el del fuego, tan feroz como pueda ser. Un mayor sufrimiento es el que los teólogos llaman "La Sentencia de Exilio." En este mundo, no entendemos la intensidad de los sufrimientos causados por la privación de Dios, porque no lo vemos directamente. Nosotros no lo amamos con todo nuestro corazón, no pensamos en Él muy a menudo. Sin embargo, las almas del Purgatorio han visto a Dios en su día del Juicio, y de acuerdo a San Ambrosio, "Sus ojos contemplaron un gran espectáculo." Dios se mostró a ellos con toda su adorable perfección. Él dejó impresa su imagen tan vivamente en su espíritu, Él les infundió tan ferozmente con la gloria de su Infinita Majestad, que ellas piensan en Él continuamente y lo aman con un amor que es puro y completo. Este amor insaciable, esta privación, esta hambre, esta sed de Dios, las atormenta y las tortura. Ellas están continuamente muriendo sin morir, y la Iglesia llama a esta condición una "muerte" y con razón, "Señor, líbralos de la muerte."
Para tener una idea de este tormento,
imagine a una persona que esté muriendo por falta de aire. Vea los esfuerzos que esa persona hace por
tomar un poco del tan necesario oxígeno, cómo el pecho se dilata y las venas
sobresalen en el cuello. Se trata de una
terrible lucha entre la vida y la muerte.
Pero ¿Qué es un poco de aire cuando es comparado con Dios? ¿Qué es
entonces morir sin Dios, privados de la necesidad del alma por Dios, quien es
el aliento del alma? ¡Qué hambre en
vida! ¡Qué dolorosa agonía!
Señor, líbralas de esa terrible agonía
y muéstrales a ellas tu rostro adorable.
Padre nuestro que estás en el Cielo, reúne a tus hijos fuera del exilio.
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