El franciscano murió poco después y se le apareció al dominico.

 


Un sacerdote dominico piadoso y virtuoso residía en un convento, junto con un sacerdote franciscano no menos santo, con el que discutía a menudo los misterios del más allá.  Ellos se prometieron acordarse uno del otro después de su muerte, y se comprometieron a orar por el que sería el primero en morir. El franciscano murió poco después y se le apareció al dominico.  Relató el terrible sufrimiento que estaba soportando por ofensas triviales que no había expiado...  Con el propósito de implorar la piedad de su amigo, le permitió ver las llamas que lo estaban torturando a él, "Nada en el mundo puede demostrar el ardor de este fuego.  ¿Quieres una prueba?"  Puso su mano sobre una mesa de madera, en la cual de inmediato se quedó incrustada.


Esa mesa, que da testimonio del fuego del Purgatorio, se puede ver en Zamora, provincia de León, España.

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