Mi más misericordioso y clementísimo Dios,
Señor Jesucristo, por tu gran amor Tú descendiste y tomaste al género humano
para salvarlos a todos. Y otra vez, oh Salvador, sálvame por tu gracia, Te lo
suplico, pues si Tú me salvaras por mis obras, esto no seria gracia ni don,
sino más bien un deber. En realidad, en tu infinita compasión e indecible
misericordia, Tú, mi Cristo has dicho: quienquiera que crea en Mí vivirá y
nunca morirá. Si la fe en Ti salva a los desesperados, sálvame, pues Tú eres mi
Dios y creador. Atribúyelo a mi fe en vez de a mis actos. Oh mi Dios, porque Tú
no encontrarás actos que pudieran justificarme, pero ojalá mi fe sea suficiente
para todos mis actos. Ojalá que baste y se me absuelva, y ojalá me haga
participante de tu gloria eterna, y ojalá que Satán no me coja, Palabra de
Dios, y se jacte que me ha separado de tu mano y rebaño. Oh Cristo, mi
Salvador, quiéralo yo o no, sálvame. Apresúrate, rápido, rápido, pues perezco.
Tú eres mi Dios desde las entrañas de mi madre. Concédeme, oh Dios que Te ame
ahora como alguna vez amé el pecado, y también que trabaje para Ti sin pereza,
como trabajé antes para el engañoso Satán. Pero primordialmente trabajaré para
Ti, mi Señor y Dios, Jesucristo, todos los días de mi vida, ahora y siempre, y
en los siglos de los siglos. Amén.
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