Oh Dios, purifícame a mi pecador pues no he
hecho nunca nada bueno en tu presencia; líbrame del malvado, y que Tu voluntad
se haga en mí, para que yo pueda abrir mis labios indignos sin condenación y
alabar el Santo Nombre de Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y en
los siglos de los siglos. Amén.
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