Oh, Rey Celestial, Consolador,
Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y que llenas todo, Tesoro de
bien y Dispensador de Vida! Ven y habita en nosotros, y purifícanos de toda
mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten
piedad de nosotros.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y en los siglos de los siglos.
Amén.
Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros.
Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras
transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por tu Nombre.
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