Los demonios, pues, no hacen milagros, pero sí algunas cosas admirables. Y si se llaman milagros, son falsos milagros, porque engañan los sentidos y la mente mediante fantasmas, y parece que se hace lo que no se hace, y por tales signos y falsos milagros son seducidos los que merecen tal seducción, porque no recibieron la estima de la verdad, para que fueran salvos.
Así dice el Apóstol en II Tesalonicenses, 2, 10: Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados. Los demonios con su propio poder pueden hacer todo lo que causan por un movimiento local, y consecuentemente pueden hacer descender fuego del cielo, y provocar vientos y remolinos de aire, como está claro en Job, 1, 16; Cayó fuego del cielo. De este modo el Anticristo hará caer fuego del cielo, permitiéndolo Dios, y con la potestad del demonio, como está claro en Apocalipsis, 13, 13: De este modo el anticristo hará bajar fuego del cielo, permitiéndolo Dios. Jerónimo dice que, aunque puedan hacerse algunos milagros por poderes mágicos, son sobre cosas curiosas y vanas, como Simón Mago que hacía andar, reír y hablar a las estatuas, y casos parecidos, como cuenta el Itinerario de Clemente.
Pero las cosas que son provechosas, como la curación de los enfermos, dar vista a los ciegos y similares, no las pueden realizar los diablos mediante artes mágicas. Por lo tanto, cuando se hacen tales cosas, como las hacía Cristo, hay que atribuirlas al poder divino.
Si dices que en la vida de San Bartolomé había un demonio que curaba enfermedades, se responde que hacía esto, no sanando, sino cesando en la lesión que el mismo diablo había producido. Segunda dificultad: si los demonios son diferentes en el poder, quiero decir, si entre los demonios hay principados, según los cuales unos demonios tienen más poder que otros. Respondemos que sí, porque del diablo dice Job , 25: Él es rey entre todos los hijos de la soberbia. Y el Maestro en el II de las Sentencias, distinción 6, cap. 4, dice que mientras el mundo sea mundo, hay ángeles que mandan en ángeles, hombres que mandan en que pueda dejar sorprendido a alguno que no comprenda el poder de tal potencia. Así les parece admirable a los ignorantes que el imán atraiga al hierro, o que algún pequeño pez detenga al barco. Puesto que el diablo es una criatura, y ya sabemos que la potencia de cada criatura está limitada a uno o varios efectos concretos, todo lo que se hace por el poder del diablo o de otra criatura cualquiera, no se puede llamar propiamente milagro.
Aunque sea admirable para quien no comprende su poder. Lo que se realiza, en cambio, por la voluntad divina que es infinita, es verdadero milagro, puesto que de sí es incomprensible. Por esto, Agustín, XX De Civitate Dei, cap. 19, hablando de la gravedad de la persecución del anticristo[48], mediante el cual obrará el diablo, dice: “Entonces Satanás será soltado, y mediante él, el anticristo obrará maravillas con todo su poder, aunque también con mentiras”. Dios permite al diablo hacer estas cosas según su justo juicio, aunque después el diablo las realice con intención maligna e inicua.
Los demonios, pues, no hacen milagros, pero sí algunas cosas admirables. Y si se llaman milagros, son falsos milagros, porque engañan los sentidos y la mente mediante fantasmas, y parece que se hace lo que no se hace, y por tales signos y falsos milagros son seducidos los que merecen tal seducción, porque no recibieron la estima de la verdad, para que fueran salvos. Así dice el Apóstol en II Tesalonicenses, 2, 10: Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados.
Los demonios con su propio poder pueden hacer todo lo que causan por un movimiento local, y consecuentemente pueden hacer descender fuego del cielo, y provocar vientos y remolinos de aire, como está claro en Job, 1, 16; Cayó fuego del cielo. De este modo el Anticristo hará caer fuego del cielo, permitiéndolo Dios, y con la potestad del demonio, como está claro en Apocalipsis, 13, 13: De este modo el anticristo hará bajar fuego del cielo, permitiéndolo Dios. Jerónimo dice que, aunque puedan hacerse algunos milagros por poderes mágicos, son sobre cosas curiosas y vanas, como Simón Mago que hacía andar, reír y hablar a las estatuas, y casos parecidos, como cuenta el Itinerario de Clemente. Pero las cosas que son provechosas, como la curación de los enfermos, dar vista a los ciegos y similares, no las pueden realizar los diablos mediante artes mágicas. Por lo tanto, cuando se hacen tales cosas, como las hacía Cristo, hay que atribuirlas al poder divino. Si dices que en la vida de San Bartolomé había un demonio que curaba enfermedades, se responde que hacía esto, no sanando, sino cesando en la lesión que el mismo diablo había producido.
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