Demonios no fuéron malos por naturaleza

 


Si hay principado y preferencia entre los demonios, será o por naturaleza, o por fuerza, o por derecho. No puede ser por naturaleza, porque en este caso en el día del juicio la preferencia no cesaría, lo cual es contra lo que enseña la Sagrada Escritura, pues entonces Cristo eliminará todo principado y potestad. 

No puede ser por fuerza, porque entonces estarían discordes, mientras que sabemos que concuerdan en su lucha contra los hombres. Tampoco puede ser por derecho, porque lo obtendrían contra Dios, a quien no quieren obedecer. 

La servidumbre está introducida por un pacto, como enseñan los teólogos. Luego, si hay servidumbre entre los diablos, entonces Lucifer como máximo pecador debería estar sujeto a todos. Y Job dice lo contrario, que es el rey entre los hijos de la soberbia. Se responde que como muchos ladrones se someten voluntariamente al jefe de la banda para convenir en una cosa, la rapiña, así todos los demonios se someten voluntariamente a Lucifer para convenir en una cosa, luchar contra los hombres, Por lo tanto, la misma presidencia es asumida por los diablos voluntariamente. En cambio en los ángeles buenos es de derecho divino, por razón de la preeminencia natural según Dios lo dispuso. Así, en cada Reino y Provincia se nombra un ángel bueno como príncipe, como colegimos de Daniel 10, 13: El Príncipe del Reino de Persia se me opuso durante 21 días. 

Y en Daniel 10, 20: Y ahora volveré a luchar contra los príncipes de los persas Y en saliendo yo, apareció el príncipe de Grecia. 

. Puesto que a cada ciudad y población se le nombra por Dios un ángel bueno que tenga cuidado sobre los asuntos comunes, se pregunta si también a cualquier ciudad o población se le asigna por los diablos un demonio, para perturbar los asuntos comunes. Es posible. Se sigue también en tercer lugar, que si a cada arzobispo, obispo, o párroco se le asigna por Dios un ángel bueno, que cuide de los negocios pertenecientes a la salud de las almas, así a cualquiera de los predichos se le asigna por los diablos un demonio dedicado a perturbar la salud de las almas. Y cuanto más santa es la persona, tanto más potente es el demonio asignado. Y si Dios glorioso no designara algún ángel, los demonios impedirían todos los servicios comunes. 

Se concluye también de lo anterior que no sólo un demonio es príncipe de otros demonios, sino también de los hombres perversos. Por esto en el Evangelio se le llama siempre príncipe de este mundo, porque daña a los hombres que viven en el mundo, cuando se sujetan a él por el pecado.

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