Derríbate como aquella pública pecadora a los pies del Salvador, y cubierta tu cara de confusión con aquella vergüenza que padecería una mujer delante de su marido cuando le hubiese hecho traición, y con mucho dolor y arrepentimiento de tu corazón pídele perdón de tus yerros, y que por su infinita piedad y misericordia haya por bien volverte a recibir en su casa. dice Dios por Isaías (Is.40,6): Toda carne es heno, y toda la gloria de ella es como la flor del campo. Sobre las cuales palabras dice San Jerónimo:
Verdaderamente,
quien considerare la fragilidad de nuestra carne, y cómo en todos los puntos y
momentos de tiempo crecemos y decrecemos, sin jamás permanecer en un mismo
estado, y cómo esto que ahora estamos hablando, trazando y escudriñando, se
está quitando de nuestra vida, no dudará llamar a nuestra carne heno, y toda su
gloria como la flor del campo. El que ahora es niño de teta, súbitamente se
hace muchacho, y el muchacho, y el mozo muy pronto llega a la vejez, y
primero se halla viejo que se maraville de ver cómo ya no es mozo. Y la mujer
hermosa, que llevaba tras sí las manadas de los mozuelos locos, muy presto
descubre la frente arada con arrugas, y la que antes era amable, de ahí a poco
viene a ser aborrecible.
considera cuán engañosa sea (que por ventura es lo peor que tiene,
pues a tantos engaña, y tantos y tan ciegos amadores lleva tras sí), pues
siendo fea nos parece hermosa, siendo amarga nos parece dulce, siendo breve, a
cada uno la suya, le parece larga, y siendo tan miserable, parece tan amable,
que no hay peligro ni trabajo a que no se pongan los hombres por ella, aunque
sea con detrimento de la vida perdurable, haciendo cosas por donde vengan a
perder la vida perdurable.
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