Él es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas
las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo
fue creado por medio de él y para él. Col
1,15-16
Todas
las cosas han sido creadas por Dios, por tanto, existe una distinción enorme
entre lo creado y el Creador. El Concilio Vaticano I ya nos habla de que no
podemos aceptar el “panteísmo” como verdadero:
La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, ,creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido (Dezinger 1782).
Pero
además de esto, el pronunciar mantras, que son repetir palabras en la lengua
“sanscrito” que además son invocaciones a dioses hindúes, va contra el primer
mandamiento de la ley de Dios pues fomenta el politeísmo. Recordemos que un
“mantra” es una palabra o fórmula que permite a la persona estar en armonía con
lo divino, y también con la humanidad. Para que esta palabra sea eficaz es muy
importante que recite perfectamente (pronunciarla, postura, ritmo etc). Esto
nada tiene que ver con el cristianismo pues nosotros para sentirnos en la
presencia de Dios usamos la oración y la meditación, no mantras.
•
El hombre puede alcanzar una
perfección ilimitada con este método, liberándose del dolor y sufrimiento, así
como de todos sus problemas. Caen entonces en una especia de “pelagianismo”
donde no se necesita la gracia para nada, ni tampoco a Cristo, el esfuerzo
personal es suficiente para alcanzar el grado más alto “la conciencia divina”.
Respuesta Católica:
Esto
evidentemente nada tiene que ver con el cristianismo quien siempre ha enseñado
la gracia es necesaria para la Salvación de los hombres: “porque separados de mí nada podéis hacer.”Juan 15,5 y Fil 2, 13: “Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar”.
Es por
tanto imprescindible no renunciar a la gracia, es decir a los sacramentos para
obtener la Salvación. Ya lo dijo San Agustin: “Lo mismo que el ojo corporal, aunque se halle completamente sano, no es
capaz de ver si no es ayudado por el resplandor de la luz, de la misma manera
el hombre, aunque se halle completamente justificado, no puede vivir rectamente
si no es ayudado por la luz de la justicia eterna de Dios” (De nat. et grat. 26, 29).[117]
•
Rechazan a Cristo como Redentor y
también todo sufrimiento asociado a este. En su obra Meditaciones del Maharishi
Mahesh Yogi (Nueva York, Editorial Bantam, 1968, p.23) se dice: “No creo que
Cristo haya sufrido alguna vez o que Cristo pudiera sufrir.”
Esto
es totalmente contrario a lo que nos enseña la Revelación, donde claramente
vemos como el sufrimiento tiene un valor redentor y purificador:
Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y
cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que
es la Iglesia; Col 1,24
La
salvación requiere que aceptemos lo que Cristo ha merecido para nosotros y eso
significa aceptar el sufrimiento que viene a nosotros en el curso de la vida
nuestra vida cotidiana como cristianos en el mundo, tanto en las cosas pequeñas
(molestias menores) y las cosas grandes (cáncer, la pérdida de un ser querido,
un desastre económico, etc.)
Sobre
Cristo, la escritura es muy clara al decir que él es Redentor: Mas por él
estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención; 1Cor
1,30
• En cuanto al pecado, los seguidores
de Maharishi quieren ignorar su existencia, desde luego no lo consideran como
algo del espíritu o del alma, sino como enseñan los “vedas” es algo del hombre,
las acciones generadas que crean el mal, lo negativo. Es decir, no consideran
el pecado como un acto que va contra las leyes de Dios, sino contra uno mismo.
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