Jesús mío Sacramentado, cuánto desearía no apartarme jamás del Sagrario

 


 

Yo estoy a la puerta y llamo." ¡Oh, Pastor amantísimo, que por amor de vuestras ovejas, no contento con morir una vez sacrificado en el ara de la Cruz, quisisteis, además, quedaros oculto en este divino Sacramento, en los altares de nuestras iglesias, para estar siempre junto a nosotros y llamar a las puertas de nuestros corazones y procurarnos en ellos la entrada!.

 

Si yo supiese gozar de vuestra íntima compañía, como vuestra Santa Esposa, que decía (Cant. 2,3): ¡Sentéme a la sombra de Aquel a quien mucho había deseado! ¡Ah, si yo os amase, si os amase de veras, amabilísimo Jesús mío Sacramentado, cuánto desearía no apartarme jamás del Sagrario, ni de día ni de noche; y descansando allí, junto a vuestra Majestad, aunque encubierta bajo la aparente sombra de las Sagradas Especies, probaría aquellas celestiales delicias y aquel gozo que hallan las almas que os aman mucho.

 

Atraedme, Señor, con el aroma de vuestra hermosura y del amor inmenso que en este Sacramento me manifestáis. Y así, Salvador mío, dejaré las criaturas y los placeres todos del mundo, y correré hacia Vos.

 

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