ALGUNAS PERSONAS VERDADERAMENTE ESTÁN COMO POSEÍDAS || EL PODER DE LA ORACIÓN POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS
El Padre Fortea cuenta lo siguiente, que es de mucha enseñanza y consuelo:
«En una de las sesiones, la madre (de la posesa) me comentó que unos días atrás estaba viendo la televisión, y al ver las noticias de la guerra de Irak, se le ocurrió rezar un padrenuestro por el alma de Sadam Hussein. Al hacer aquello, al instante el demonio se puso como loco, gritando fuera de sí. A lo largo de aquella mañana, en medio de aquella sesión de varias horas, hacia el final se me ocurrió que podía yo también hacer la prueba, y efectivamente, fue decir a lo chicos que estaban allí ayudándome que íbamos a rezar un padrenuestro por el alma de ese hombre, y de pronto la posesa estalló en una verdadera tempestad de ira y furia. Seguí rezando el padrenuestro, y el demonio comenzó a gritar con rabia e impotencia: “¡¡ES MÍO!!” Repetía eso una y otra vez, ordenándonos que nos calláramos.
El espectáculo de odio, de convulsiones, de gritos era impresionante. Y ante semejante escena saqué dos conclusiones muy claras. La primera: que así como la posesión demoníaca afecta al cuerpo, así también hay personas que tienen el alma como poseída por el demonio. Ciertamente el alma no puede ser poseída, siempre es libre, pero el alma se puede cargar de tantas
ataduras, de tantas cadenas, que al final sea un juguete en manos del Maligno. Es decir, una voluntad débil y maniatada por las bajas pasiones arrastrada a merced del viento de la tentación. Por eso repetía: “Es mío”. Frente a eso, nosotros los cristianos tenemos un Dominus, un Señor.
La segunda enseñanza es que nunca me hubiera imaginado que un simple padrenuestro pudiera descomponer tanto al demonio. Que una oración tan sencilla, tan breve le infundiera tanto temor de que pudiera perder la presa tanto tiempo perseguida. Y comprendí que tenía razón. Pues una oración, una sola, supone que Dios le enviará sin duda una gracia a su alma. Y una sola gracia puede provocar un arrepentimiento que le eche a perder al demonio una presa atada durante muchos decenios. Un padrenuestro podía destruir el trabajo del demonio durante años en una persona. El demonio temía con razón.
Así que entendí que de la misma manera que en ese momento había una guerra material (la de Irak), también hay una guerra espiritual. Una guerra espiritual que se combate con armas espirituales. No somos conscientes del poder que poseemos. No sabemos hasta que punto una oración, una sóla, puede cambiar a alguien en un puesto estratégico, que a su vez puede cambiar todo.
Es a la luz de esta escena cuando uno ve el poder de ese flujo invisible que emerge de los cientos de monasterios repartidos de un confín al otro del mundo. Son una continua fuente de bendiciones. En silencio, desde la oscuridad, ellos cambian la historia. Por eso, por esta enseñanza, pensé que era bueno contar esta anécdota. Satán le dijo a la madre, a través de la posesa en su casa, que lo que buscaba con la guerra era crear destrucción y sufrimiento».
Es tremendo cómo el demonio demuestra su ira cuando se ora por la conversión de los pecadores, especialmente por aquellos más empedernidos, aquellos que por tanto tiempo han estado en sus garras, y que existe la posibilidad de que a última hora se les escapen para el Cielo.
Oremos mucho por la conversión de los más alejados de Dios, por su salvación, como lo pidió la Virgen en Fátima. Y por todos aquellos que desean salir de sus pecados o adicciones pero se sienten encadenados o atrapados y no son capaces de levantarse.
Cuánto amará y recompensará Dios a quien ayude a librar almas de ir al Infierno, si Él mismo dice que todo lo que se haga por el prójimo, es como si lo hicieran a Él mismo.
Dios nos conceda un verdadero amor al prójimo y un deseo de salvar almas.
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