Cierto día una familia trajo a mi parroquia a una jovencita, a su hija, que sufría un problema de posesión diabólica por haber jugado la ouija. Querían que les ayudara.
Les comenté que el obispo me había prohibido seguir haciendo oraciones de liberación, por lo tanto no podía hacer esas oraciones por su hija. En cambio les propuse hacer 3 Aves Marías por la liberación de la jovencita. A lo que los miembros de la familia respondieron con molestia argumento: “nosotros veníamos a que le hiciera oración de liberación a nuestra hija, ¿de qué sirve rezarle 3 Aves Marías?”.
Finalmente accedieron y rezamos todos juntos las 3 Aves Marías. Al terminar la última Ave María la jovencita poseída por el demonio retorciéndose en el suelo dirigiéndose a mí exclamó: “Me veo obligado a irme de este cuerpo debido a tu obediencia”.
(Padre Elías Morales)
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