!Este pecado es un gusano roedor que esta devorando
noche y día a esos pobres infelices: los hallareis siempre tristes, cariacontecidos,
sin querer declarar jamás lo que los molesta, pues en ello verían también
lastimado su orgullo; el tal pecado los hace morir a fuego lento. ¡Dios mío!,
¡cuan triste es su vida!. Por el contrario, cuan dichosa es la existencia de
aquellos que jamás se inclinan a pensar mal y echan siempre a buena parte las
acciones del prójimo! Su alma permanece en paz, sólo piensan mal de sí propios,
lo cual les inclina a humillarse delante de Dios y a esperar en su
misericordia. Ved Aquí un ejemplo.
Leemos en la historia de los Padres del desierto que
un religioso que había llevado una vida lo mas pura y casta posible, contrajo
una enfermedad que le llevo a la sepultura. Al hallarse cercano a la muerte,
mientras todos los religiosos del monasterio le rodeaban, el superior le
suplico declarase en que cosa creía haber sido más agradable a Dios. «Padre
mío, respondió el moribundo, muy penoso me será declararlo, más por obediencia
lo diré. Desde mi infancia comencé a combatir las mar rudas tentaciones del
demonio; pero cuanto mas él me atormentaba, tanto mayores eran los consuelos
que yo recibía de Dios y de la Santísima Virgen, la cual un día, en que era yo
muy atormentado del maligno espíritu, se me apareció llena de gloria, echo al
demonio y animóme al mismo tiempo a la perseverancia en la virtud. «Para que
conozcas los medios más eficaces para ello, me dijo la Virgen, voy a
descubrirte alguna parte de los inmensos tesoros de mi divino Hijo; quiero
ensañarte tres cosas, las cuales, si las practicas rectamente, te harán muy
agradable a los ojos de Dios, y te proporcionaran siempre fácil victoria sobre
el demonio, tu enemigo, quién solo desea tu eterna condenación. Se siempre
humilde; en la comida, no busques nunca lo que más te guste; en el vestido,
vístete siempre con sencillez; en tus funciones, no pongas jamás apego a las
que puedan ensalzarte a los ojos del mundo, sino a las que son a propósito para
rebajarte; en cuanto a lo prójimo, no juzgues nunca mas acerca de sus obras o
palabras, ya que muy frecuentemente los pensamientos del corazón no se
conforman con el acto exterior juzga y piensa bien de todo el mundo; es ésta
una acción muy agradable a mi Hijo». Dicho esto, desapareció la Santísima
Virgen, y desde entonces me he consagrado a poner en práctica sus saludables
consejos; lo cual creo que había contribuido grandemente a ganar méritos para
el cielo».
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