Oh Dios, que no has exterminado al
hombre después de la caída, sino que en Tu misericordia lo has perdonado como
Dios, es decir, no sólo le has perdonado la culpa, sino que le has colmado de
toda gracia. La misericordia Te ha
empujado a dignarte descender hacia nosotros y levantarnos de nuestra
miseria. Dios descenderá a la tierra, el
Señor de los señores, el Inmortal se humillará.
Pero ¿Dónde descenderás, Señor?
¿Al templo de Salomón o haces construir un
santuario nuevo al que piensas descender?
Oh Señor, qué templo Te prepararemos, visto que toda la tierra es Tu
escabel? Tú Mismo Te has preparado un
templo, la Santísima Virgen. Sus
entrañas inmaculadas son Tu morada y se hace el milagro de Tu misericordia, oh
Señor. El Verbo se hace Carne, Dios
habita entre nosotros, el Verbo de Dios, la Misericordia Encarnada. Nos has elevado a tu divinidad a través de tu
humillación; es el exceso de Tu amor, es el abismo de Tu misericordia. Los cielos se asombran de este exceso de Tu
amor, ahora nadie tiene miedo de acercarse a Ti. Tu eres Dios de la misericordia, tienes
piedad de la miseria, eres nuestro Dios y nosotros Tu pueblo. Tú eres nuestro Padre y nosotros por Tu
gracia somos Tus hijos. Sea glorificada
Tu misericordia por haberte dignado descender a nosotros.
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