nos cuenta santa Hildegarda lo que vio en una visión: En la antedicha tiniebla había una muchedumbre grande
de almas perdidas que se apartaban del coro de aquéllos que cantaban, con los
que no querían tener ninguna asociación. Su guía era llamado “el Seductor”, porque
siguieron las acciones del que fue derribado por Cristo y ya no tiene poder.
Por eso hay muchas almas infieles en los castigos de Infierno. Mientras se encontraban en vida, estas almas despreciaron las palabras de los ciudadanos del cielo. No quisieron ser amigas de aquellos que habían realizado solo buenas y justas obras, sino que siempre anhelaron el mal. Por lo cual, las almas que imitaron a la serpiente antigua, a la que ha destruido y aplastado del Hijo de Dios, permanecen en la infelicidad de la muerte porque no desearon la vida.
Y todas ellas lanzaron un grito de lamento, diciendo: “¡Ay, ay, obras terribles y perjudiciales que nos quitaron la vida y nos han dirigido hacia la muerte!”. Y en sus tormentos, dan grandes voces estridentes, y culpan a Adán por los horrores de sus tinieblas que él echó sobre sí cuando desobedeció las órdenes de Dios y se precipitó en la muerte. Pero estas almas desatendieron y se burlaron de la luz de fe que vieron y las obras de la justicia sobre las que oyeron, y las despreciaron voluntariamente. Ellos eligieron al diablo antes que a Dios
Comentarios
Publicar un comentario