El rosario es una oración de meditación en los misterios de Cristo y
de María. Es costumbre rezar el rosario en los velorios. Proponemos lecturas
adecuadas a cada misterio. En los velorios es más propio meditar los Misterios
Dolorosos o bien los Gloriosos.
Misterios
gozosos
1. La Encarnación del Hijo de
Dios
“El ángel dijo a María: “No temas, María,
porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz
un hijo y le pondrás por nombre Jesús... María dijo: “Aquí está la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra”. (Lc 1, 30.38).
2. La visita de María a su
prima Isabel
“María se puso en camino y fue de prisa a
la montaña, a un pueblo de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Isabel se llenó del Espíritu Santo y dijo con voz fuerte: “¡Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 39-42).
3. El nacimiento de Jesús
“María dio a luz a su hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no tenían sitio en la
posada... El ángel dijo a los pastores: “No teman, les traigo una buena
noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy en la ciudad de David les ha
nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 7.10-11).
4. La presentación de Jesús
en el templo
“Cuando se cumplieron los días de la
purificación, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo
al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: “Todo varón primogénito será
consagrado al Señor” y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos
pichones, según lo prescrito en la Ley del Señor,” (Lc 2, 22-24).
1. El niño perdido y halado en
el templo
“Cuando
Jesús cumplió doce años, sus padres subieron a la fiesta según la costumbre y
cuando terminó se regresaron. Pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que
lo supieran sus padres... A los tres días lo hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores... Y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te has comportado
así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. El les contestó: “¿Por
qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2,
41-49).
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