La curiosidad. Hay cierto misterio en torno al ocultismo que apela a nuestra curiosidad. Muchos de los que se involucran en las prácticas ocultistas lo hacen empezando con las presuntas prácticas «inofensivas», tales como la lectura del horóscopo o el uso de la Ouija o tabla espiritista. Después avanzan hacia una participación más profunda debido a un incremento de la curiosidad. Buzzard comenta acerca de esta fascinación:
Nuestra época parece tener una profunda fascinación por el mal, lo extravagante y lo inexplicable. Prolifera en el horror y la repulsión. Lo que hace que uno se desmaye, vomite o experimente pesadillas tiene cierto encanto magnético. Mary Knoblauch resume esta fascinación en su comentario sobre El exorcista: «Quizá lo más aterrador sobre El exorcista sea la sed y la fascinación por el mal que yace oculto en todos nosotros, emergiendo con violenta rapidez justo en la encarnación». Tal parece que el momento de esa encarnación nos supera. Surge lo que está oculto y danza en las calles sin pudor.
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