abad Antonio: «Queremos escucharte una palabra con la que podamos ser salvos». Pero el anciano replicó: «Ya habéis escuchado la Escritura, con eso os basta». E insistieron: «Queremos oírte a ti, Padre». El anciano les contestó: «Oísteis al Señor que dice: "Al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale también la otra"». (Mt 5,39). Ellos le dijeron: «Eso no lo podemos cumplir». El abad Antonio les dijo: «Si no podéis presentarle la otra mejilla, al menos llevad con paciencia la bofetada de la primera». Y contestaron: «Tampoco podemos hacer eso». El anciano les vuelve a decir: «Si tampoco podéis hacer esto, al menos no prefiráis el golpear al ser golpeados». Dícenle los hermanos: «Tampoco nos es posible hacer esto». Entonces el anciano dijo a su discípulo: «Prepara una medicina para estos hermanos porque están muy enfermos». Luego dirigiéndose a ellos les dijo: «Si no podéis ni esto, ni aquello, ¿qué puedo hacer con vosotros? Lo que necesitáis es mucha oración».
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