Unos ancianos preguntaron al abad Pastor: «¿Si vemos pecar a un hermano, debemos corregirle?». Y el abad Pastor les respondió: «Yo pienso primero si es necesario pasar por allí, y si veo a alguno que comete alguna falta, sigo adelante sin decirle nada, pues está escrito: "Lo que han visto tus ojos, no te apresures a llevarlo a juicio" (Prov 25, 78). Por eso os digo que si no lo tocáis con vuestras manos no juzguéis. En cierta ocasión un hermano se precipitó en esto y le pareció que otro hermano había pecado con una mujer. Y abrumado por esta idea, pensando que estaban abrasados, fue y llamó a la puerta a puntapiés, diciendo: "Ya está bien". Y se encontró con que eran haces de trigo. Por eso os he dicho que si no lo tocáis con vuestras manos, no juzguéis».
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