Y el anciano le respondió: «Cuando un hombre renuncia a su propia voluntad, entonces se reconcilia con Dios, y Dios acepta su oración. Y dejamos de orar por aquello que hemos hecho». Y otro hermano preguntó: «¿Qué es lo que más importa en cualquier trabajo del hombre?». Y el anciano contestó: «Dios es quien ayuda. Porque escrito está: "Dios es para nosotros refugio y fortaleza, un socorro en la angustia siempre a punto"». (Sal 46,2).
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