Un soldado preguntó a un anciano si Dios acoge al penitente. El anciano, después de haberle instruido con mucha doctrina, le dijo finalmente: «Dime, querido, ¿si se te rompe la capa, la tiras?». Y el soldado respondió: «No, la coso y la sigo usando». Y el anciano le arguyó: «Si tú tratas de ese modo a tu propio vestido, ¿Dios no va a perdonar a su propia imagen?».
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