Espíritu Santo, ata, encadena a todos y a cada uno de los espíritus del mal que hayan en nosotros como consecuencia de nuestros propios pecados, o que por brujería, hechicería, maleficio, santería, vudú, maldición o invocación, hayan puesto en nosotros en nuestro cuerpo, alma y espíritu; con sus aspectos de: angustia, opresión, desesperación, depresión, ira, violencia, alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, dolor físico, moral o espiritual, ruina económica, enfermedad, muerte, paranoia, esquizofrenia, bipolaridad, ligaduras afectivas o sexuales, nuestro Señor Jesucristo, los sumergimos en su preciosísima Sangre quedando ésta inamovible con la Justicia Divina, y no podrán salir de allí hasta que se conviertan.
lo hacemos para la gloria de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo.
Amén.
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