Señor Jesús, Hijo del Dios Vivo, ven a cubrirme con tu Preciosa Sangre. Ven a cubrir estos lugares y todas las personas presentes aquí y en mi corazón. Abbá, papá, mi Padre Celeste.
Por el Nombre de Jesús y por su Preciosa Sangre, vencedor de rodas las fuerzas del mal, por la intercesión de la Virgen María, victoriosa del Maligno, por mi bautismo que ha hecho de mí tu hijo muy amado,.
¡ven ahora a sanarme y a liberarme de todo mal, de todo obstáculo al Amor Padre mío, por la Preciosa Sangre de Jesús, sáname en mi inteligencia de toda tiniebla, de todo prejuicio, del espíritu de duda, de toda confusión mental.
Padre buenísimo, sáname en mi memoria de todo recuerdo doloroso, de los traumas psicológicos procedentes de mi árbol genealógico, del seno de mi madre y de cada etapa de mi vida: nacimiento, infancia, adolescencia y edad adulta.
Padre, sáname en mi imaginación de todo idealismo soñador, de la huida de la realidad, de toda fantasía enfermiza, de todo engaño, de roda alucinación y de roda delirio.
Padre, por el Nombre de Jesús, sáname en mi corazón de toda herida, de toda autocompasión, de toda cerrazón y dureza, del rechazo de perdonar, del resentimiento, de los recelos malintencionados y de la maldición.
Padre del Cielo, sáname en mi voluntad de todo espíritu de dominio, de la tentación, de la obsesión, de la opresión, de la posesión, del embrujamiento, de la hipnosis, de todo voluntarismo orgulloso, de coda actitud intolerante y sectaria, de toda debilidad, indecisión y desviación.
Padre muy amado, sáname, por el Hijo Jesús de Nazaret, de todo desequilibrio en mi sensibilidad, mi afectividad, mi emotividad, mi sexualidad, de codo sentimiento de rechazo, de vergüenza, de vacío, de culpabilidad persistente, complejo de inferioridad, timidez, de toda ansiedad, inquietud, miedo, insomnio, tristeza, de la desgana de vivir, de las ideas suicidas, de toda esclavitud de la droga, el alcohol, el tabaco y de cualquier otra dependencia. Padre Creador, por la Sangre de Cristo, sáname de coda desviación que me venga de herencia, de la educación recibida en mi tierna infancia, de las presiones ejercidas sobre mí en mi ambiente familiar, escolar, comunitario, social, eclesial, de todo acontecimiento pasado que haya vejado mi libertad interior y mi audacia por ti.
Padre Todopoderoso, sáname de codo lo negativo, de todo lo doloroso que haya sufrido mi pequeño ser, y que está relegado en mi inconsciente o mi subconsciente. amen
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