Líbranos de la violencia y del egoísmo, y danos fuerza para gritar las maravillas de tu perdón.
Abre nuestros ojos, nuestras manos y nuestro corazón a la reconciliación y la paz contigo y los hermanos.
Nos has hecho sentar en la mesa del Padre,
y nos has cubierto de sus besos y ternura en el abrazo que nos diste al perdonar nuestro pecado: Eres bueno!
en tu casa nos sentimos acogidos. En tu misericordia renacemos a una vida nueva; con tu perdón despiertas en nosotros los dones de tu Reino.
Eres amigo constante a nuestro lado:
¡llámanos a levantarnos, cuando caigamos en el camino!.
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