Dios mío, te busco y no te encuentro; sed de ti tiene mi corazón;
te busco y me siento con frecuencia defraudado, mi alma se levanta como tierra reseca, sin agua.
Tengo sed de ti: de tu amor; de tu verdad;
de tu justicia y fidelidad; de tu amor;
de tu misericordia.
Te busco, como la flor busca al sol por la mañana; como el río que se alarga hasta el mar; como el camino la libertad;
como el niño chiquito, la protección de su madre.
Tu amor es mejor que mi propia vida; tu rostro irradia la luz de tu gracia y verdad;
tus manos están abiertas al perdón y la acogida; todo tu ser es fuerza de salvación para el hombre.
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