¿Por qué sentimos tanta repugnancia por la penitencia, y experimentamos tan escaso dolor de nuestros pecados ? Porque no conocemos ni los ultrajes que el pecado infiere a Jesucristo, ni los males que nos prepara para la eternidad. Estamos convencidos de que después del pecado es necesaria hacer penitencia irremisiblemente. Mas ved lo que hacemos: lo guardamos para más adelante, como si fuésemos dueños del tiempo y de las gracias de Dios.
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