Decía también: «Una dura abstinencia puede ser sugerida por el demonio, pues también sus secuaces la practican. ¿Cómo distinguiremos, pues, la abstinencia de procedencia divina, la verdadera, de la tiránica y diabólica? Evidentemente por la moderación. Guarda durante toda tu vida una misma regla para tu ayuno. No ayunes cuatro o cinco días seguidos para perder luego tu virtud con abundantes comidas. Esto alegra al demonio. Lo que se hace sin mesura es corruptible. No gastes todas las municiones de una sola vez, si no quieres verte desarmado y ser hecho prisionero. Nuestro cuerpo es el arma y nuestra alma el soldado. Vigila al uno y a la otra, para que estés preparado para cualquier eventualidad».
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