Decía el abad Evagrio: «La mente inestable y que divaga se consolida por la lectura, las vigilancias y la oración. El fuego de la concupiscencia se apaga con el ayuno, el trabajo y la vigilancia. La cólera, fuente de perturbaciones, se la reprime con salmos, dulzura y misericordia. Pero todos estos remedios deben aplicarse en el tiempo oportuno y en la medida conveniente; porque sí no se aplican oportunamente y con medida aprovechan poco tiempo. Y lo que dura poco, hará mal que bien».
Comentarios
Publicar un comentario