¡Oh Dios de
mi alma! Os ofendí en lo pasado apartándome de Vos; mas vuestro Divino Hijo os
honró en la cruz con el sacrificio de su vida. Por esa honra que tributó vuestro
Hijo amadísimo, perdonadme las injurias que os he hecho.
Me
arrepiento, Señor, de haberos ofendido, y prometo amar sólo a Vos en lo por venir.
De Vos espero mi eterna salvación, así como reconozco que cuantos bienes poseo,
de Vos los recibí; dones son todos de vuestra bondad. “Por la gracia de Dios
soy lo que soy” (1 Co. 15, 10). Si antes os ofendí, espero honraros eternamente
alabando vuestra misericordia... Vivísimo deseo tengo de amaros... Vos me lo
inspiráis, Señor, por ello, amor mío, os doy fervorosas gracias. Seguid, seguid
ayudándome como ahora, que yo espero ser vuestro, totalmente vuestro.
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