Un hermano dijo a un anciano: «Mi imaginación vaga de un lado para otro y estoy atribulado». El anciano respondió: «Permanece en tu celda y tus pensamientos volverán a estar en orden. Cuando una asna está atada, su borriquillo se mueve de aquí para allá, pero vuelve siempre donde su madre, dondequiera que esté. Lo mismo ocurre con los pensamientos de aquel que por amor a Dios aguanta con paciencia en su celda. Pueden vagar un poco pero de nuevo vuelven a él».
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