¡Oh Jesús amantísimo, alegría de los
Ángeles y gloria del cielo! ¿Cómo os con-
templo anegado en un mar de amargura
en el huerto de Getsemaní? ¡Ah! responde san Agustín, rogabais y sudabais sangre por las horribles penas que hablando sufrir las almas en el purgatorio. ¡Y
que no pueda yo consolaros, ó Dios mío,
y regocijará la celeste Jerusalén, librándolas de tan terribles tormentos! A lo¡ menos aceptad, ó Padre celestial la tristeza y agonía que Jesús sufrió por ellas II Mach. xv, 16.or mí. Sí, por mí está su alma triste
hasta la muerte; por mi causa baja un Ángel del cielo á consolarle; mío es este
sudor, mía es esta sangre preciosa que baña la tierra.- Yo os Ja ofrezco, ó Dios
de amor; aceptadla en expiación de mis culpas y sufragio de las Animas. Y pues
es Sangre de valor infinito, dejad caer- una gota sobre mi corazón, y quedarán
borradas mis culpas. Caiga una gota de ella en el purgatorio, y se apagarán sus
horribles llamas.
¡Ah! no merecemos tan gran favor,
pero muévanos el afecto con que os »saludamos diciendo cinco Padre nuestros, cinco Ave Marías y un Gloria Patri.
obsequio. .
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