Madre, Coronada, pero aún triste, en tus
brazos tienes al pequeño Rey para mostrarlo al mundo mientras Él observa los
instrumentos de su redimible muerte. Madre siempre presente, ayúdame, háblale
sobre mis intenciones…
Todos los corazones cristianos son acogidos
en su cuidado. Nosotros nos entregamos a ti con confianza, para encontrar así
tu amable ayuda, más poderosa que la de cualquier humano pueda ser, y con fe
superior a toda nuestra imaginación.
Ora por nosotros, Madre del Perpetuo
Socorro, Madre de Dios.
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