El 5 de abril de 1697, Viernes Santo, quedó en éxtasis en su celda y se le presentó Jesús crucificado. Cinco rayos luminosos salieron de sus llagas e imprimieron las llagas en las manos, pies y costado de Verónica. Estuvieron mucho tiempo manando sangre, especialmente los viernes, pero al fin consiguió que quedaran invisibles.
Un día vinieron algunos sacerdotes a la reja donde se daba la comunión para que, abierta, pudieran ver las llagas impresas por Jesús en el cuerpo de Verónica. Ella, con sumo disgusto y molestia, lo hizo por obediencia, enseñando sus manos y sus pies y, por una pequeña abertura que había hecho en su hábito, pudieron también ver la llaga del costado .
Sor Florida declaró: He visto y observado por lo menos cinco o seis veces la llaga del costado de sor Verónica a través de un pequeño corte que había hecho en su hábito para tal efecto... y he sentido un olor y fragancia muy suave que parecía celestial .
Verónica tuvo que soportar dolorosos tratamientos para intentar curar las heridas de sus llagas en manos, pies y costado. Todo lo sufría por amor a Jesús y por la conversión de los pecadores.
Comentarios
Publicar un comentario