maria reina |
El fervor de nuestra
plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Casi
todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o
algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se
corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud? ¡Porque no rezan
como se debe!
Aconsejamos el Rosario
a todo el mundo:
a los justos , a fin de que perseveren y
crezcan en gracia de Dios; a los pecadores, para que salgan de sus pecados.
Pero no agrada ni
puede agradar a Dios el que exhortemos a un pecador a hacer del manto protector
de la Santísima Virgen, un manto de condenación para ocultar sus crímenes y
cambiar el Rosario –que es remedio de todos los males– en veneno mortal y
funesto. ¡La corrupción de lo mejor es la peor!
El sabio Cardenal
Hugo afirma: “Es necesario ser ángeles de pureza para acercarse a la Santísima
Virgen y rezar la Salutación angélica”.
La Virgen María mostró un día hermosos frutos
en una bandeja llena de inmundicias, a un impúdico que recitaba constantemente
el Rosario todos los días. El se quedó horrorizado. La Virgen le explicó: “¡Tú
me sirves así! ¡Me presentas bellísimas rosas en un vaso sucio y contaminado!
¡Juzga tú mismo, si me agradarán!”.
Comentarios
Publicar un comentario