Nos cuenta un ex militar en Italia :
estaba de militar en Caserta. Del 8 al 23 de agosto me enviaron a un curso a Roma. Un día, por pasar el tiempo, dos militares me invitaron a una sesión espiritista con la ouija. Al momento de ir a cenar, cerraron con llave la sala y, al regresar, vimos un espectáculo desconcertante. El cartel con las letras del alfabeto y el vaso estaban en su sitio, pero había muchas cosas tiradas por tierra, como si alguno hubiera entrado y hubiera tirado todo al suelo de mala manera. Quisieron despedir al espíritu, a quien habían llamado y habían dejado sin despedir antes de ir a cenar, pero dijo que no quería irse, que quería divertirse y que nadie debía moverse de aquella sala, pues lo lamentaría. Todos sentimos miedo. Le invitaban a irse de buenas maneras, pero el espíritu no quería irse y amenazaba con que nadie debía salir.
Tuvimos que salir por obligación, a la hora de control, pero, al volver de nuevo, aparecieron todas las cosas en el suelo como la primera vez. Entonces, le preguntaron si era un alma buena, y el espíritu dijo: “De donde yo vengo sólo uno es más fuerte. Sobre mí sólo está Lucifer”. Nos dimos cuenta de que estábamos tratando con un demonio de alto rango... Después de algunas preguntas, como el espíritu no quería marcharse y amenazaba..., alguien dijo: “Oremos”. En ese momento, el vaso comenzó a girar vertiginosamente hasta que, después de hora y media, se detuvo y sentimos que se había ido. Nos sentimos felices, nos abrazamos, quemamos el cartón de las letras, rompimos el vaso y juramos nunca más en nuestra vida volver a hacer una sesión espiritista con la ouija.
El 24 de agosto regresé a Caserta, pero comencé a sentirme inseguro, inquieto, ansioso, no podía dormir por la noche y tenía pánico a la oscuridad. Mis familiares se alarmaron. Les conté lo que había pasado. Sólo después de un año y medio he encontrado la serenidad. Para ello me ha ayudado haber comenzado a frecuentar la misa y los sacramentos. Agradezco a Dios y a la Iglesia que me han ayudado y aconsejo a cualquiera que sienta la tentación de probar el espiritismo que no lo haga para ahorrarse tantos sufrimientos que yo tuve que soportar, por haber asistido un solo día a una sesión de ouija .
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