Señor Jesús, si me he sentido agobiado por un amor demasiado posesivo de mi madre, o bien aplastado por la autoridad de mi padre, sana los recuerdos dolorosos que anidan en mí. Borra también las secuelas de las disputas y tensiones entre ellos que perturbaron mi inocencia de niño y me provocaron el miedo a que se separaran y me abandonaran. De todo corazón, Señor, perdono a mis padres las heridas que sus actos, palabras y obras hayan podido provocar en mí. Y te doy gracias, Señor, por haberme dado l seguridad de que tú me habrías acogido (Sal 27, 10) y nunca me habrías olvidado (Is 49, 15), si mi padre y mi madre me hubieran abandonado.
✠ Señor Jesús, haz que el Espíritu Santo me colme de amor, me haga dichoso y libre clamando ¡Abbá, papá!, con todo mi ser. Si me he sentido solo, abandonado y rechazado por los míos o por aquellos con los que contaba, por tu amor sanador dame un sentido nuevo de mi dignidad y una sabia estima de mí mismo (Rom 12, 13). Sé tú mi consuelo allí donde he sentido el desamor de otros.
Sana las heridas de los combates que me han traumatizado o que han provocado que me encierre en mí mismo, levantando barreras frente a los demás. Sáname de las heridas profundas, reprimidas, que han endurecido mi corazón: las envidias hacia quienes eran preferidos a mí en la familia o en el colegio, las rebeldías, las humillaciones, las injusticias, la soledad, la amargura de ser marginado, las burlas, los insultos o las calumnias.
Señor Dios omnipotente, libérame de la carga de toda maldición familiar, ancestral o maléfica que pueda esconderse en mis fracasos, enfermedades o frustraciones. Dame una confianza y un valor renovados, para hacer frente a las pruebas de este mundo. Sé que tu amor me sostendrá en los tropiezos y las caídas.
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