El catecismo de la Iglesia católica nos dice: El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos (Cat 391). Rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y a su Reino (Cat 392). El poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura... El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rom 8, 28), (Cat 395).
San Agustín nos dice que Dios no permitiría los males, si no sacara más bienes de los mismos males .
En varias oportunidades los Papas han hablado sobre la realidad del demonio. El Papa Pablo VI en una alocución del 15 de noviembre de 1972 decía: El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y temible. Se aparta del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rehúsa reconocer su existencia; o quien hace de él un principio autónomo sin tener origen de Dios, como toda criatura; o la explica como una pseudorealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestros malestares.
Si, el diablo existe, aunque haya muchos católicos que no crean en él. Los satánicos sí creen y para ellos es su dios, del que son verdaderos esclavos. Su presencia se manifiesta claramente en las personas poseídas, como veremos a lo largo de estas páginas.
Y donde están las siguientes páginas?
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