Entre los casos que ha tratado el padre Gabriel Amorth,
un ejemplo de vejación diabólica.
Por ejemplo, recuerdo el caso de una persona que sufría continuos dolores de cabeza sin motivo aparente y otro caso de persistente dolor de estómago, en el que la persona afectada no podía hacer nada, ni siquiera dormía por las noches. Muchas veces se hacen análisis y pruebas médicas, y no les encuentran nada.
Recuerdo especialmente que exorcicé a una chica de diecisiete años; la habían ingresado en varias clínicas psiquiátricas de Europa y en ninguna le habían encontrado nada.
Su mente sufría mucho; la pobre no lograba razonar, ni estudiar, ni mucho menos concentrarse. Además, blasfemaba y no quería oír hablar de rezar, ni de ir a la iglesia. Su cuerpo también sufría, pues tenía dolores físicamente inexplicables. Repito: estuvo en varias clínicas de Europa y no le encontraron nada. Tengo muchos casos de personas que han recorrido distintas clínicas de Italia con historiales en los que nada puede justificar sus dolencias desde un punto de vista médico. Y, sin embargo, sufren una barbaridad.
Pues bien, un día esa chica de diecisiete años se presentó aquí, en mi despacho. Con el exorcismo se ve claramente si hay o no hay un mal causado por el demonio. En última instancia se trata de esto: tiene que haber una presencia directa del demonio, o un mal causado por éste. Los primeros exorcismos son de carácter diagnóstico; en mi opinión, sólo mediante el exorcismo podemos saber si el demonio está presente o no. También he tratado a pacientes que me han mandado algunos psiquiatras. «Inténtelo usted, a ver si entiende algo…», viene a ser el mensaje de los doctores. Y después del exorcismo yo digo si es un mal que la ciencia aún no puede identificar y, por tanto, no puede tratar, o bien si es una influencia de otro tipo, una influencia diabólica.
Muchas personas acuden a mí después de haber ido a un médico. Es más, yo mismo he establecido como norma que vengan a verme con un diagnóstico médico en la mano, para demostrar que han consultado con un especialista. Y es que si uno se encuentra mal lo primero que debe hacer es ir al médico.
Volviendo al caso de la chica de diecisiete años, yo creo que era una vejación, es decir, un caso leve si lo comparamos con una posesión propiamente dicha, aunque era una vejación muy fuerte (también las hay moderadas). Esta muchacha sufría una vejación muy fuerte, que afectaba todo su cuerpo y, más aún, su mente.
Necesité mucho tiempo para liberarla. El demonio, cuanto más tiempo pasa en un lugar, más raíces echa. Por eso en el primer exorcismo se le pide ayuda al Señor para desarraigar la presencia del demonio (yo utilizo el Ritual viejo; el nuevo lo he criticado duramente, excepto la primera parte, que es muy bonita). Con todo, hay casos, por ejemplo, de infestación, que terminan bastante rápido.
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